Introducción

La peregrinación a Santiago de Compostela

 

La historia de la peregrinación a Santiago de Compostela se remonta a hace más de 1000 años, con el descubrimiento de la Tumba de Santiago el Mayor durante el reinado de Alfonso II (792-842). Santiago ya era considerado el gran evangelista de España y durante cientos de años había habido tradiciones de estudio y literarias que ofrecían fundamento a dicha creencia. El descubrimiento de la Tumba de Santiago provoca que la ciudad se convierta en destino de peregrinación. Los siglos X y XI muestran un creciente número de peregrinos, pero es en el siglo XII, bajo la enérgica promoción del Arzobispo Diego Gelmírez (1100-1140), cuando Santiago se convierte en meta de peregrinación cristiana al mismo nivel que Roma y Jerusalén. La primera Catedral se construye sobre la Tumba de Santiago el Mayor y gradualmente nace una ciudad a su alrededor, al igual que ocurre en la ruta de peregrinación, en donde se establecen casas de acogida, como por ejemplo los monjes de Cluny en Burgundy y de Aurillac en Cantal, Francia.

Los siglos XII y XIII se consideran tradicionalmente como la época dorada de la peregrinación a Santiago. Con el Renacimiento y la Reforma en Europa se vive un descenso de la peregrinación, pero de todas formas nunca desaparece por completo. En el año 1884, como resultado de un trabajo académico y de investigación científica, el Papa León XIII promulga la Bula “Deus Omnipotens”, con la que proclama al mundo entero que las reliquias de Santiago son auténticas. Esto constituye el comienzo del nuevo auge de la peregrinación en la época moderna.

Se creyó, en un principio, que en el siglo XX los medios de transporte podrían llevar a un decaimiento de la peregrinación tradicional a pie y a caballo. Éste no fue el caso y, por el contrario, durante los últimos 30 años se desarrolla un creciente interés por el Camino de Santiago: las cifras de peregrinos llegados aumentan. El impulso definitivo para la peregrinación fueron las visitas a Compostela de los Papas; Juan Pablo II en 1982 y en 1989 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, y Benedicto XVI en el Año Santo 2010. Y las estadísticas demuestran que el fenómeno de la peregrinación todavía sigue en aumento. En 1985 llegaron a Santiago 1.245 peregrinos. En el Año Santo 2010 obtuvieron su “Compostella” 272.703 peregrinos.

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